Pasear por la playa a pesar del frío ha sido una delicia y poder disfrutar del mar con un color y una luz especial un privilegio.
Poder disfrutar de la isla cuando no es la época estival es una oportunidad que no se puede desperdiciar. Podemos pasear con tranquilidad y encontrar rincones, descubrir espacios y observar todo aquello que tantas veces no puedes apreciar porque la ciudad está invadida y no permite pararte a observar.
Estuvimos en la catedral, queríamos ver el canto de la Sibil·la pero no fue posible como tampoco lo fue poder disfrutar de la capilla realizada por Barceló, pero si pudimos disfrutar de la luz que entraba por sus vidrieras, sus reflejos, sus colores, su decoración de Navidad.
Todas las iglesias de la ciudad están decoradas de igual manera, todas tienen sobre el altar unas cintas de discos redondos blancos que caen abrazando el espacio y de sus lámparas cuelgan unos adornos redondos que tienen dibujos troquelados de la navidad.
Me llamaron la atención y resulto que son adornos alemanes que han arraigado mucho en la isla e incluso su nombre me pareció curioso, se llaman "neules". Son tradicionales en las iglesias y en las casas.
En la catedral la lámpara central es
espectacular y la parte superior del púlpito es una reproducción de un diseño de Gaudi
Pasear por calles vacías, ver sus patios, sus curiosidades es una delicia.
La casa de la Condesa de Savella que vive en su propia calle. Parece que estamos en otra época.
Patios que invitan al descanso, a la paz
Balcones con sus persianas verdes y balaustradas, los anuncios que invitan a beber muy bien no sabes qué
La virgencita que para Navidad la sacan de su hornacina y la ponen en el patio
envidia cochina pero de "porc negre".
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